Espacio de exploración de la comunicación.

martes, 3 de febrero de 2009

LA FERIA DE LEÓN.



Martha Acevedo Segura*


“Contradictorio”, es una de las características con la que se puede describir al leonés, afirma Ernesto Padilla González del Castillo, académico de la UIA y autor del libro León, una mirada al espejo, quien añade que somos difíciles para aceptar las cosas externas, pero al mismo tiempo sí recibimos bien al visitante, somos hospitalarios. Ser leonés, es sinónimo de gente trabajadora, de empuje, emprendedora, comedores (en la calle) por excelencia.

Somos muy religiosos, pero no muy cumplidores con los preceptos; hemos descuidado nuestro patrimonio tangible y el intangible también. Somos conservadores, pero a la vez rebeldes sobre todo con la autoridad. Defensores a muerte de nuestros símbolos como lo religioso y lo deportivo. Para otros, como el cronista posmoderno Luis Alegre, los leoneses somos poco imaginativos, apasionados en buena medida, poco ilustrados, pero muy diversos, pues mucho de León está edificado por personas que han llegado de otras zonas del país, con lógicas diferentes.

Así, con toda esa amalgama de contradicciones, en la ciudad hay un lugar que durante el mes de enero y los primeros días de febrero, el más humilde y sencillo de los habitantes de la ciudad, puede compartir junto con el más importante y hasta poderoso ciudadano, sin inmutarse; el territorio, es la Feria de León.

Según Jesús Martín Barbero, investigador de temas sobre comunicación, cultura e identidad, para ser reconocidos necesitamos contar nuestro relato, pues no hay identidad sin narración y ésta no es sólo expresiva sino constitutiva de lo que somos. Ante esto recordemos que hace unos días la ciudad cumplió 433 años de ser fundada; alrededor de este festejo, tenemos la organización de la Feria Estatal de León, cuyos antecedentes se remontan al año 1776, en donde se invirtieron 71 pesos para la concelebración litúrgica en honor de San Sebastián, santo patrono de la ciudad.

Éste fue el primer antecedente de lo que sería al paso del tiempo, una de las fiestas populares más importantes primero a nivel local, después estatal y ahora nacional con proyección internacional.

La fiesta como tal, ha cruzado fronteras y es calificada como la mejor del país, por su organización, orden, seguridad, cantidad de espectáculos gratuitos, variedad, expositores, terrenos con infraestructura de gran calidad y hasta por su limpieza.

Visitar la Feria, más allá de lo comercial, implica además de acercarse a la cultura popular y tradiciones de la ciudad, disfrutar el terreno como propio, en donde todos podemos gozar, en donde diversas generaciones interactúan en paz; sin darnos cuenta nos transformamos, nos volvemos leoneses, nos identificamos. Seguramente regresaremos el próximo año para, con más fuerza, vivir la experiencia y transformar el empuje en un proceso productivo, el goce en tradición, la costumbre en orgullo y la identidad en fortaleza.

*Académica de asignatura del Departamento de Ciencias del Hombre
ibero.opina@leon.uia.mx

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